En la serie “Metal y paisaje” de mi primera exposición en solitario,
el duro pero corrosivo metal debía ocupar gran parte del cuadro y
actuar en en contraste con el amable fondo paisajístico. Apliqué
abundante materia y textura al metal representado, para reforzar
el impacto visual. Con ello buscaba el mayor parecido posible con
el efecto de la música: la emoción inmediata, siempre previa a
cualquier posible lectura o análisis. En "Metal" los hierros
emergen de la oscuridad. El objeto desconocido sólo muestra
su materia en descomposición.
Mis viajes a Latinoamérica me abren todo un glosario iconográfico
y un arsenal de material humano, que vierto en la “Serie Americana”.
Habla de ancestros, mestizaje, colonización, religión, opresión,
explotación, esplendor, miseria y supervivencia.
Los primeros años de padre de familia y la luz de Cádiz, donde vivo
3 años, me apartan de la penumbra y llenan de celeste y de horizonte
mi serie “Esteros”.
El sedentarismo y la paternidad me aportan nuevos estímulos, que
nacen de las paredes de mi casa, de sus rincones, tranquillos,
escalones, puertas, ventanas, baldosas, cenefas, espejos y muebles.
El nombre de la serie de este periodo es suficientemente elocuente:
“De puertas adentro”.
El deseo de dar rienda suelta a otras posibilidades de uso de los
materiales que empleo en buena parte de mis cuadros me conduce a
la creación de esculturas, que se nutren de todo tipo de material
de desecho a mi alcance. El apartado “hago” ofrece una muestra de
estos trabajos.
Me encuentro en continuo vaivén entre el dibujo, la pintura, la
escultura o la combinación entre estos procedimientos.
Abstracción y figuración no son para mí lenguajes excluyentes entre
sí. Me sirvo de ambos, por separado o en interacción, buscando
encuentros, desencuentros, armonía y contraste.